martes, 17 de febrero de 2009

Organización de coros vocacionales (Primera Parte)

1. A modo de introducción

Organizar un coro vocacional no es tarea fácil, pero tampoco tan difícil. Lo primero que necesitamos es aclarar un poco la terminología a fin de entendernos con cierta precisión.

Un "coro", aunque parezca de Perogrullo, es una agrupación de personas que cantan juntas. Lo de "vocacional" hace referencia a la "vocación", es decir, personas que cantan juntas por vocación y no por profesión. Lo que caracteriza a un coro vocacional es el hecho de que sus integrantes (cantantes) tienen una actividad principal que no es la de cantar en el coro; por el contrario, está constituido por amas de casa, trabajadores de distintas áreas laborales, estudiantes, personas jubiladas o pensionadas, etc. De hecho, este no profesionalismo, significa que quienes cantan en un coro de este tipo, no viven de su canto (en sentido económico). Y este es el primer dato de la mayor importancia a fin de estar en posición de organizar (y en su caso, crear) un coro vocacional.

Desde el momento en que sus integrantes no se encuentran obligados por una relación laboral con el coro, se plantea una serie de circunstancias que inciden directamente en su funcionamiento, sobre todo en cuanto a la dedicación, responsabilidad y disciplina. Por ello, un Director o Directora de un coro vocacional debe entender estas circunstancias a fin de que la agrupación funcione adecuadamente.

El hecho principal radica en que los integrantes de este tipo de coros, llegarán a ensayos, aprenderán sus partes, se esforzarán por mejorar y superarse, por una sóla razón última: Porque así lo quieren. Como no se les paga por su trabajo, trabajarán porque esta actividad debe retribuirles en forma equitativa a su esfuerzo; retribución que, como se dijo, no es monetaria. Por lo tanto, ¿qué clase de retribución? Respuesta: El disfrute; el gozo o placer que encontrarán en participar en todas las actividades que el coro comporta.

Por ello, la condición necesaria (mas no suficiente) para comenzar a fundamentar la esperanza de que un coro vocacional funcione, será crear y mantener, un clima de satisfacción y bienestar en todas y cada una de las actividades implicadas. Con esto en mente, se pasará a los detalles básicos de organización.

2. Los tres objetivos fundamentales

Hay tres objetivos que son propios de toda empresa, ya sea esta una transnacional mercantil, o una fundación de beneficencia (y por lo tanto, de un coro vocacional, también):

  • SUPERVIVENCIA
  • RENTABILIDAD
  • CRECIMIENTO

SUPERVIVENCIA.- El coro nacerá para continuar y no para morir al día siguiente. La supervivencia del coro es el objetivo primario que debe perseguirse. Esto no sólo lleva a prestar atención a todo aquello que es necesario hacer para que continúe, sino y sobre todo, a aquello que puede atentar contra su continuación. Muchos son las factores que estarán rondando y poniendo en peligro la supervivencia: El mal ambiente, las presiones económicas y las frustraciones, sólo para mencionar algunos.

RENTABILIDAD.- A pesar de que estamos tratando sobre coros vocacionales y que por lo tanto no tienen fin de lucro, el tema de la rentabilidad es sumamente importante pues es uno de los que inciden sobre la supervivencia. En efecto, aunque se tratara de una obra de beneficencia, si no se tienen recursos, poca beneficencia en favor de los necesitados podrá realizarse eficientemente. Esto significa que el coro debe prestar mucha atención a esto de la rentabilidad. Para ser más claros, es necesario distinguir entre dos formas de rentabilidad: La económica y la humana.

La principal rentabilidad a la que hay que prestar atención es a la humana. Como si dijo arriba, el coro funciona porque sus integrantes quieren. Como no ganan dinero con la actividad, el coro debe procurar obtener satisfacciones (en calidad y número) suficientes para justificar el esfuerzo que sus integrantes hacen al prepararse y participar en una presentación o concierto. Esto obliga a que quien dirige, haga hincapié en valores superiores y logre que sus cantantes, además de la satisfacción de cantar, tomen conciencia de estar elevando la cultura de su audiencia y colaborando con su comunidad. Debe trascenderse el sólo hecho del entretenimiento, para pasar a ser un vehículo de arte y cultura. Debe pensarse que las personas que asistieron a nuestro concierto, no sólo lo disfrutaron y pasaron un buen rato, sino que salieron con algo nuevo y mejor, comparado con su condición antes de sentarse a escuchar.

La rentabilidad económica no es menos importante. En general, los coros vocacionales comienzan siendo sostenidos, económicamente, por los mismos integrantes, quienes pagan las fotocopias de sus partituras, se confeccionan o compran el uniforme, etc. Al no contarse con apoyo institucional, se distribuye, por ejemplo, el costo del traslado al lugar del concierto entre todos. La rentabilidad humana, como puede verse, debe ser suficiente como para justificar ese esfuerzo que hacen los cantantes vocacionales. Sin embargo, desde el inicio, debe pensarse en sencillas actividades que permitan financiar los gastos básicos y usuales del coro y así liberar a los integrantes de ese rubro. Como este es un punto que amerita desarrollo, se volverá luego cuando se trate de las cuestiones de organización financiera.

CRECIMIENTO.- Los coros vocacionales no son helicópteros que pueden permanecer en el aire inmóviles; por el contrario, son como aviones: SI NO AVANZAN, SE CAEN. Cuando se trata de crecimiento, pareciera referirse a una cuestión cuantitativa y no es necesariamente así. De hecho, un coro vocacional en constante crecimiento numérico, pasará a ser un coro sinfónico y luego a un monstruo inmanejable y artísticamente irrelevante. Cuantitativamente, habrá que ir creciendo hasta alcanzar el número adecuado de integrantes y luego detenerse a fin de consolidar. ¿Que cuál es el número adecuado? Eso se verá en la organización artística más adelante.

El crecimiento importante es el que se refiere a dos dimensiones fundamentales: El crecimiento personal, cultural y artístico de sus integrantes (individualmente) y el de grupo.

Cada integrante, debe tener la expectativa (y su correspondiente satisfacción) de crecer como persona, ampliando sus horizontes, sus conocimientos musicales, su percepción estética, su comprensión de la Historia y de las distintas culturas, incluso de distintos idiomas. Por ello, aunque se empiece con obras muy fáciles, deberá evolucionarse (crecer) para que, además de que sean capaces de cantar un merengue al unísono, puedan enfrentar arreglos corales complicados (con comprensión de la cultura caribeña, etc.) y llegado el caso, un hermoso madrigal a 6 voces de Luca Marenzio.


El crecimiento del grupo requiere del crecimiento personal, pero no se agota allí. Un coro, en realidad es algo mayor que la suma de sus partes. La diferencia está en que, cuando el coro se presenta, lo importante no es la suma de 20 voces, sino UNA y solo UNA, obra que es resultado de la ejecución e interpretación de conjunto. Por ello, el grupo y como grupo, deberá ir creciendo acompasadamente a sus posibilidades, para enfrentar cada vez desafíos nuevos, obras más complicadas y de más difícil ejecución. No obstante que se volverá sobre este punto a propósito de la organización artística, en este momento se hace énfasis en que esto del crecimiento, resulta fundamental para la supervivencia del coro, desde el punto de vista administrativo, o si se quiere, de "gestión".

3. El clima y medio ambiente de trabajo

Siempre será poco el énfasis que pueda hacerse sobre este punto. Un ambiente sano, agradable y productivo es la clave para la conservación (supervivencia) del coro, pues como algunas veces parece olvidarse, es un grupo humano unido por un gusto común y no una galera romana.

Cuatro son los elementos que parecen necesarios de destacar: La camaradería, la confianza, el respeto y la responsabilidad.

La camaradería.- El coro llega a ser, en última instancia, un grupo de amigos y amigas que comparten ese gusto común por cantar, así como una importante parte de su tiempo. En este sentido, nos sólo debe estimularse y reforzarse los principios de buena fe, solidaridad y apoyo mutuo, sino prestar atención a los factores que atentan contra las buenas relaciones humanas (chismes, discriminación o abusos, por mencionar algunos).

La confianza.- La ética y la transparencia deben presidir el quehacer del coro, y sobre todo de su Director o Directora. Esto no sólo se refiere a los factores que inciden en las relaciones humanas, sino y también al manejo de las finanzas de la agrupación, su inventario, etc. El grupo y cada integrante individualmente, debe lograr confiar en sus compañeros pero fundamentalmente en su Director o Directora, quien a estos efectos, resulta ser el o la líder natural. Este factor de liderazgo no debe descuidarse, pues quien dirige no carece de autoridad y por lo tanto, debe ejercerla en forma seria, imparcial y constructiva. Con la autoridad que ostenta quien dirige, no sólo viene la responsabilidad sino y también la obligación de mantener el orden y la disciplina; todo ejercido como corresponde. De hecho, uno de los problemas organizacionales más comunes en los coros vocacionales se relaciona con las ausencias y sobre ello se tratará más adelante. En relación con la confianza referida a las cuestiones financieras, luego se verá la importancia de la elaboración de planes y sus respectivos presupuestos, todo a fin de que se tenga claro y transparente, a qué se obliga cada quien y cómo y cuándo funcionan las cosas.

El respeto.- Aunque parezca que debe sobreentenderse, el hecho es que no. En mi experiencia personal, las estadísticas me sostienen la opinión de que los Directores de coros somos una especie caracterizada por la poca o nula paciencia. Cuando una cuerda, luego de muchos ensayos, comete el mismo error que se ha tratado de solucionar en esos mismos ensayos, es usual que monte en santa ira, se provoque un huracán categoría 5, arda Troya (con llanuras, costas y aldeas aledañas incluidas) y se termine humillando a los integrantes, o por lo menos, haciéndolos pasar bien mal. Parte de esto viene de una combinación (que he visto, lamentablemente, más veces de las deseables) que es un cóctel altamente ponzoñoso: Un Director que se percibe a sí mismo como la inefable personificación de Euterpe y al coro como una manada de invertebrados que tienen el IQ de un caracol de jardín.

Tratar respetuosamente al coro es tratar respetuosamente a las PERSONAS que lo componen. Esto implica el ejercicio de muchas virtudes (la paciencia... ¡fundamental!), pero además, de técnicas didácticas, de métodos adecuados y oportunos, de motivación sana y, como se dijo, de un correcto liderazgo. Terminar quemando la cuerda de contraltos sólo logrará que el coro cante a 3 voces y con olor a humo.

El respeto no sólo debe ser liderado por el Director o Directora, sino que debe también ser una virtud de cada integrante. Tratar con respeto al Director y con el mismo respeto a sus compañeros. Una costumbre horrible (que también he visto más veces de las recomendables) es, por ejemplo, que alguien se tape un oido indicando así que el compañero que está a su lado (el lado del oido tapado) le estorba para su excelsa ejecución. Ese tonto gesto es irrespetuoso y el Director debe corregirlo (¡hay que controlar las ganas de echarlo a la misma hoguera de las contraltos!)

Ese mismo respeto lleva también a la consideración y la solidaridad que tan importantes son a los efectos de la camaradería. En lugar de creerse la Undécima Musa, es necesario entender que no todos aprenden a la misma velocidad, que no todos tienen la misma retentiva, ni la misma experiencia, etc. Y a propósito de experiencia, estos problemas se acrecientan cuando ingresa un integrante nuevo, hecho este que provoca usualmente, particulares problemas. La consideración y la solidaridad, deben mover a la ayuda, la explicación, el ensayo particular y la correcta y sana conducción.

La responsabilidad.- El hecho de que en el coro vocacional la gente llega porque quiere no impide, ni debe impedir, el actuar responsablemente. En este sentido, la claridad de las reglas es fundamental para que cada uno sepa a qué atenerse. La responsabilidad influye en el cumplimiento de los horarios de ensayos, en la conservación y buen uso de los materiales que se asignan (partituras, uniformes, etc.) y en el ejercicio de una adecuada disciplina. De hecho, el cumplimiento adecuado de la disciplina acordada es la primera medida de la responsabilidad. En este sentido, la responsabilidad es el deber de responder y sólo se responde cuando se hacen preguntas, y sólo se pregunta cuando hay violación de reglas. Más corto: Sin reglas no hay responsabilidad. Resulta obvio que siempre, en cualquier grupo humano, hay una serie de reglas sobreentendidas que todos estamos obligados a respetar, y son las que provocan más fácilmente los problemas, precisamente, por no estar explícitas. Por lo tanto, es necesario prestar atención a este punto, el cual se desarrollará mas adelante cuando se trate sobre, precisamente, "Las Reglas".


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